sábado, 15 de octubre de 2011

Zygmunt Bauman

La ética del trabajo es una aberrante grosería; cargarle a los pobres su pobreza gracias a su falta de disposición al trabajo y, por lo tanto, su inmoralidad y degradación personal  es uno de los últimos servicios de la ética del trabajo a la sociedad de consumidores.

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