jueves, 25 de octubre de 2012

Escribir Mayoral


2 mejillones172

Escuche usted no se da cuenta yo por otra parte no sabía que contar pero había pensado contarlas hasta que me muriera porque después del agua era muy difícil que viniera la guerra civil y supongo sí que para temblar no hace falta olvidarse de los almohadones. Pero no me refería a la falta de técnica me refería a lo extraño que se me hacía el oficiar, estaba un poco metafísico. Con lana con electricidad y sin agrietarme para pagar.
Llamaron a mi puerta pero yo no podía dar gran cosa. La independencia de Barcelona no era algo que a mi sería estupendo para comprobar hasta donde llega la estupidez. Y los otros les mandan los aviones y nosotros salimos a la calle ¿y luego qué? Una evolución de la literatura, después de los campos de fútbol. Dedicar las tardes a escribir.
Me daba buen rollo, lo había conseguido, me había curado. ¡Grave! Me importa una higa lo que higa Barcelona.
¡Perejil español! Que patriótica emoción. En la divulgación de otro mundo mejor es posible. El dialogo sin sueldo con el otro grupo político se me estaba haciendo muy difícil el asunto podía llegar de la mano de mi boda intermitentemente retirada del peligro o editada por un grupo que oíamos intermitentemente en el furtivo peligro del cazador errante y sin colores hasta que se hizo de noche. Los asuntos podían ser intermitentes bueno de eso ya habíamos hablado antes lejos de las trampas furtivas de una tienda con permiso para vender alcohol en las fuentes de energía para sorprender la guerra civil de la galaxia en el centro galáctico de bueno y malos burros con trampas furtivas que habían llegado demasiado lejos. No creo. No lo creo, lejos de los colores de protesta de los chicos- boys sin mocos o tinta humana que provocaran las imágenes.
No hables quédate aquí no se como te atreves a ser escritor. Cada vez parecía más una vida limpía atravesaba toda una vida una galaxia que no había existido ¡que risa le daría! Como consecuencia cumplió con su inteligencia de ciencia o de lector ¡pero quién le iba hacer caso! ¡acaso los uniformes! O las cafeteras impermeables no conseguía buenos encargos ni Gertrudis Stein nosotros por encima de nosotros cuando los ruiseñores avanzan con la guerrilla se suponía que no tenía dudas en matar. Por mi no eran humanos.

No hay comentarios: